Prehistoria del Empaque

La historia del empaque ha corrido a la par de la historia de la humanidad. Siempre ha existido la necesidad de proteger los alimentos cuando éstos se transportan.

La idea del envase es tan antigua como la civilización. Transportar los alimentos, conservarlos y protegerlos de los elementos del medio ambiente fueron factores que detonaron la innovación: con el paso del tiempo ha ido mejorando la forma de hacerlo.

En el paleolítico los humanos estaban rodeados por envases naturales que protegían los alimentos, como las cáscaras y vainas. Consumían los alimentos tal como los encontraban en la naturaleza. Para transpórtalos usaban troncos, rocas con huevos, conchas marinas, hojas. Más adelante comenzaron a utilizar productos de origen animal, como pieles y vejigas, y con el uso fueron imitando, adaptándolas y mejorándolas según sus necesidades.

Ya en el mesolítico los humanos almacenaban sus alimentos en recipientes parecidos a canastas. Los primeros intentos consistieron en entrelazar hierbas. Pero ya desde el siglo 8000 A.C. utilizaban barro sin cocer y vidrio. Buscaban conservar los alimentos no sólo para su consumo, sino también para su comercialización.

En el periodo neolítico se utilizaban recipientes metálicos y de cerámica. Los egipcios almacenaban agua y vino en vasijas de arcilla. También, junto con los fenicios, desarrollaron envases de vidrio. Se dice que un mercader fenicio lo inventó de manera casual: realizó una fogata, al apagarse ésta quedaron unos trozos de arena fundida. A partir de ello los fenicios comenzaron a experimentar para desarrollar lo que sería el vidrio.

Los griegos y romanos utilizaron madera para elaborar botellas y tarros. También utilizaron barro para confeccionar urnas. Hay registros de botellas de vidrio del 2000 A.C.. En la antigua Roma se usaban jarrones de aceites con el nombre del fabricante grabado en una cubierta metálica. Algunos lo consideran el origen de los primeros empaques con marca.